lunes, 14 de septiembre de 2020

El ser humano y sus cadenas


El ser humano y sus cadenas


La estafa de Mefistófeles

Un día un buen amigo me llamó por teléfono.

De esas llamadas que uno hace porque no tiene nada que hacer y que por eso está aburrido; o mínimo esa es la sensación que pude tener desde toda la empatía ya que rara ves le hablo por teléfono a alguien sin razón alguna, y mucho menos por la razón de estar aburrido. Sin embargo mi amigo, desde su nada me invadió con una pregunta que yo, desde mi vacío también, decidí abordar críticamente con entusiasmo, porque el planteamiento lo ameritaba. 

Mi amigo planteo un hipotético caso en el cual él tenia un pacto con Mefistófeles, y éste le proporcionaba vida eterna a cambio de su alma. 

El ser humano es un ser patético. Imperfecto en medio de un mundo y universo perfectos; carecido en medio de toda la abundancia; pequeño entre tanta grandeza; y al final de cuentas finito a comparación de todos los astros infinitos que siempre han estado ahí; que al verlos desde acá abajo nos hacen plantearnos abstracciones como la vida eterna o la inmortalidad. Sin embargo, a pesar de que el hombre es todo lo anterior, también es grande; y su grandeza reside en su constante rebelión contra lo que intentan hacer de él. Es decir, el universo con su grandeza nos hizo pequeños, y nosotros con nuestra grandeza generamos fenómenos como las deidades, el lenguaje, la agricultura y el comercio. 

Negamos el vacío al darle forma. Negamos el caos al ponerle un orden. El comercio y el lenguaje es una reacción a la acción de enfrentarnos entre nosotros mismos para obtener recursos y no morirnos de hambre o en una guerra. Las agricultura y la ganadería es el entendimiento y sometimiento de la naturaleza para obtener recursos de ella cuando y donde nosotros los necesitemos; nos quitó la necesidad de estar vagando constantemente en busca de tierras que brinden recursos en un momento dado. Y el fenómeno de la religión, los mitos y los dioses que nos vienen a aplacar la angustia de que no podemos hacer nada ante nuestra condición finita. 

Nos rebelamos y ahí es en donde reside nuestra grandeza. A pesar de que sabemos que vamos a morir nos atrevemos a vivir con esa angustia, y es porque vamos a morir que hacemos todas las cosas de este mundo. 

El vacío es nuestro motor porque cada uno de nuestros instantes es precioso y vale infinitamente. En cambio el sol, que es infinito comparándolo con nosotros, yace retozando arriba en los cielos, y no tiene que hacer nada para darnos luz y calor, es decir, cada instante del sol no vale nada porque cada instante del sol se va a repetir hasta el infinito. 

Cada instante que una persona pasa bajo el sol vale hasta el punto que esa persona desarrolle cáncer de piel. 

Mefistófeles, como todo buen demonio, nos estaría haciendo trampa al ofrecernos la inmortalidad a cambio de nuestra alma, porque el alma del hombre reside en lo que éste hace gracias a la certeza de que va a morir. Si fuéramos inmortales no haríamos nada y cada uno de nuestros instantes perdería valor. Mefistófeles nos cambiaría el todo por la nada. Nos estafaría.

La estafa en la realidad

Fuera del planteamiento que me hizo mi amigo, la realidad es que el hombre es el lobo del hombre, y no hay demonios mas abominables que el prójimo. 

Durante la Edad Media el hombre estafó al hombre al develarle “la verdad” a través de los evangelios, ya que solamente bastaba con creer en la promesa de que cuando muriéramos íbamos a tener vida eterna para no hacer nada por nosotros ni nuestro presente; y pues como el alma del hombre está en su hacer, y como el hacer del hombre estaba enfocada en la vida después de la vida, la historia se detuvo 1500 años. 

La verdad y todo lo demás era develado por Dios, y cualquier hombre que tuviera duda tenía que pasar por el confesionario y confesarla; y al confesarla tenía que pagar una penitencia, que hoy en día se resume en repetir y repetir oraciones que no hacen más que enaltecer “la verdad” de que ya hay un ser que ha sufrido por nosotros y que ha redimido nuestros pecados, y que por ende nuestro sufrimiento e ignominia, y nuestros pecados y vicios presentes no tienen valor alguno. 

Durante la Edad Media el hombre no tenia valor porque el valor residía en la vida después de la vida, en la vida eterna. 

En la Edad Media el hombre creo un “sistema-verdad” en el cual Dios es el padre todo poderoso, creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible; y Dios puso a su creación más perfecta, el ser humano, en el planeta tierra, que es el centro del universo y alrededor del cual todos los astros giran. 

Así como Dios había creado todo lo anterior, también dotaba a ciertos linajes con el derecho divino de gobernar, estableciendo monarquías que convivían entre si repartiéndose las tierras de toda Europa.

Derivado del sistema político se estableció un sistema económico en el cual cercaban dichas tierras en feudos, administrados por señores feudales que mandaban a siervos a ejecutar ordenes a la demás población, repartiendo las tareas para el sostenimiento del feudo. Las tareas básicas eran la producción de alimentos y víveres que eran centralizados, y una ves en el centro, eran repartidos hacia la población, y tributados a la monarquía. 

La entropía de la naturaleza y la sociedad que permanecía encerrada por los caprichos de los monarcas, y los recursos mal gastados en guerras no planificadas que llevaron a las poblaciones a vivir en un estado de podredumbre, pestilencia e ignominia, lo que llevó a los individuos a revelarse de ese sistema. 

Cogito Ergo Sum, y el pensamiento como reflejo de la realidad

Nicolás Copérnico (19 de febrero de 1473 al 24 de mayo de 1543) fue un monje astrónomo prusiano que formuló la teoría heliocéntrica del sistemas solar. Con sus experimentos y observaciones del cielo, Copérnico había descubierto que la tierra, el lugar en el cual Dios había puesto a su creación más perfecta, no era el centro del universo, sino que era parte de un sistema de muchos planetas que giran alrededor de un astro que es el sol. Su libro sobre las revoluciones de las esferas celestes suele ser considerado como el punto inicial de la astronomía moderna. 

Giordano Bruno (enero de 1548 al 17 de febrero de 1600), fue un astrónomo cuyas teorías cosmológicas superaron al modelo de Copérnico, al proponer que el Sol era una estrella como muchas en el cielo, y que el universo debía contener un numero infinito de mundos habitados por animales y seres inteligentes. Dichos razonamientos y afirmaciones fueron lo que causaron su condena. Fue ejecutado por las autoridades civiles de Roma al servicio de un estado que estaba al servicio de Dios, después de que la inquisición romana lo declarara culpable de herejía. Fue quemado vivo en la hoguera.

Rene Descartes (31 de marzo de 1596 - 11 de febrero de 1650), fue un filosofo, matemático y físico francés, considerado como el padre de la filosofía moderna, que propone su cogito cartesiano. “Pienso luego existo”, con el cual pone al hombre en el centro de todo, desplazando la importancia de Dios y a la teología medieval. 

El pensamiento de estos tres personajes es subversivo, ya que cuestionan el orden instaurado por la teología medieval y la inquisición.

Cristóbal Colón tuvo que descubrir América para que doscientos años después Descartes pudiera tener la evidencia frente a sus propios ojos de que en efecto el hombre en busca de su liberación primero piensa y luego existe. 

El hombre tuvo que buscar su liberación y cuestionar el orden de la teología medieval para atreverse a ir en busca de nuevos territorios fuera de los feudos; es decir, tuvo que pasar todo un proceso histórico para que a través de Descartes surgiera el pensamiento que pone a la subjetividad del hombre como punto indudable del conocimiento de la realidad.

El genio maligno y la realidad externa

Descartes no tenia duda alguna de que el pensamiento era lo que nos dotaba de existencia, es decir, no tenía duda de la existencia del hombre. Sin embargo, cuando le preguntaban sobre la existencia de las cosas este se remitía a Dios ya que, como era infinitamente bueno, era incapaz de engañarnos con la realidad de las cosas externas. Y mencionaba que podría haber un genio maligno que se dedicara a engañar a la humanidad, pero que al final siempre la más grande fuerza divina de Dios se iba anteponer y a salir ante cualquier engaño. 

Descartes ponía en el centro de la realidad al hombre, pero en el exterior ponía a Dios, ya que solo Dios que es un ser perfecto es capaz de poner pensamientos perfectos en las mentes de los imperfectos humanos.

Que dentro de la subjetividad del hombre que descubrió y conquistó América haya cabida al planteamiento de Dios, significa que ese sujeto cartesiano aun tiene dentro de su política y sistema a Dios. 

El Neoumeno 

Con la conquista de América, la europea mercantilista bajo el liderazgo de la burguesía, que a diferencia de los feudos si comerciaban entre sí y entre el viejo y nuevo mundo; se puede decir que el hombre fue capaz de conquistar el poder económico, y cómo aún se plantean la existencia de Dios, significaba que aún les faltaba conquistar el poder político. 

Con el paso de los años el hombre cartesiano fue capaz de dar los primeros pasos en el apoderamiento del poder político que aún estaba en manos de Dios, como por ejemplo en 1789, que con la toma de la bastilla y el decapitamiento de Luis XVI la burguesía se apropio del poder. 

Ocho años antes Immanuel Kant escribió su “Crítica a la Razón Pura” (1781), en donde le da vueltas al asunto de como el hombre tiene relación con su realidad externa y las cosas. 

La realidad de Kant ya es otra a la de Descartes, y por ende su pensamiento es otro, aunque no deja de basarse en la subjetividad del hombre. 

En la realidad de Kant la burguesía se está adueñando del poder político que está en manos de la iglesia, toda vez que éste no ha sido capaz de resolver el hambre de la gente. La crisis puso a la gente a pedirle al estado eclesiástico pan para poder alimentarse, a lo que la Emperatriz “María Antonieta” contestó “Que les den pasteles”, lo que indignó a la población. 

Antes de Kant, David Hume había dicho que las cosas ocurren por hábito, es decir, ocurren porque ocurren; si hay nubes en el cielo generalmente llueve, por ejemplo. Hume decía que las cosas ocurren porque siempre han ocurrido, y nosotros estamos habituados a que así ocurran; y Kant parte de aquí al no estar satisfecho con dicha explicación. 

Para Kant, al sujeto se le presentan cosas en su experiencia. La experiencia del sujeto es conocer el objeto y darle forma, por ende, solo hay objetos para el sujeto cognoscente, y por ende también, no hay objetos que no puedan conocerse, ya que solo pueden conocerse a través de la experiencia humana. 

El sujeto constituye y da forma a las cosas, y eso solo es posible gracias a la experiencia. Lo anterior significa también qué hay cosas que no pueden conocerse al no poderse experimentar, lo que deriva en que para Kant, no podemos saber en esencia que son las cosas. Un árbol es conocido por el ser humano en su experiencia, y lo nombra así, árbol. Pero en su experiencia el ser humano trabaja el árbol, y ahora lo llama madera. Y la madera también puede ser trabajada bajo la experiencia del hombre, y puede ser muchas cosas; desde un barco, hasta un mondadientes. Y en todo ese proceso, no podemos saber lo que es un árbol en si, en esencia, ya que para poder conocer las cosas, hay que experimentarlas. Ergo, no podemos saber que son las cosas en si. 

En el pensamiento de Kant, no es necesaria la presencia de Dios para darle una justificación a las cosas, y es por eso que la sociedad ya no necesita de un Rey con un linaje divino escogido por dios para gobernarlos y decidir por ellos y sus cosas. Es ahí que la clase social dominante se apropia de todo, tanto el poder político y el poder económico.

Hegel

Hegel es el pensador que va a venir a reflejar en su pensamiento el hecho de que la burguesía se ha apropiado de la totalidad de la realidad.

A diferencia de Kant, Hegel no tiene un Neoumeno que no va a poder conocer, porque en su proceso dialéctico el encuentra la totalidad de la historia. 

Hegel postula que la historia es un desarrollo permanente que se da por medio de un proceso que éste llama dialéctica. 

La dialéctica es un proceso compuesto por diferentes etapas. 

En la primera etapa, un sujeto se afirma a si mismo frente a otro sujeto que también se afirma a si mismo. Esta etapa se llama Tesis. La siguiente etapa consiste en que uno de esos sujetos afirmantes niega al otro. Esta etapa se llama “Antítesis”; y la última etapa en la cual el sujeto que en un principio negó al otro se niega a si mismo, que se denomina síntesis. 

Es en la tesis que los sujetos pelean por ver quien se afirma y quien se niega. Es en la antítesis que uno de los sujetos se somete al otro que se afirma y lo niega; y es en la síntesis que el sujeto que afirma se niega a si mismo para conciliarse con el primer sujeto negado, creando una totalidad.

El árbol es negado cuando es trabajado y se afirma como madera, la síntesis en éste proceso es que el árbol sirve para la madera. La madera después es negada para convertirse en un mondadientes. La tesis es el mondadientes, la antítesis es la madera, y la síntesis es que la madera sirve para los mondadientes.

Para explicar su proceso dialéctico Hegel hace un análisis de la historia humana en su libro “Fenomenología del espíritu” que publica en 1807; y en esa obra hay un fregamiento en cual Hegel desarrolla lo que se conoce como dialéctica del amo y el esclavo, y en la cual plantea el inicio hipotético de la historia humana. 

El inicio de la historia humana es el inicio de las relaciones humanas, y ante todo se tiene que diferenciar el deseo humano del deseo animal, porque para Hegel la conciencia va a ser lo mismo que el deseo. 

El animal desea cosas, y las cosas que desea generalmente se las come; desea cosas naturales, desea la materia. 

El hombre no desea cosas naturales, sino que desea que sus deseos sean cumplidos. Y la mejor forma para satisfacer los deseos es a través del sometimiento de las cosas. Pero Hegel no va hablar de la relación del humano con las cosas como lo hace Kant, sino que va a hablar del inicio de las relaciones humanas y por ende, el inicio de la historia humana, y para que esto ocurriera se tuvieron que encontrar en un principio dos conciencias humanas semejantes y deseantes.

Hegel saca a la conciencia de esa inminencia en que el pensamiento idealista subjetivo la tenia, y la expulsa hacia el deseo del otro. La conciencia deja de ser una interioridad y es más una relación de semejanza, una exterioridad.

El enfrentamiento

Por un lado un sujeto quiere satisfacer sus deseos, y por otro lado, otro sujeto también tiene consciencia, es decir, tiene el deseo de que el otro lo reconozca y se le someta. Ambas conciencias deseantes saben que están emprendiendo una lucha que puede resolverse cuando uno de ellos muera. 

En determinado momento el enfrentamiento se resuelve, porque una de las conciencias antepone su temor a morir a su deseo. Es más fuerte su temor a morir que su deseo de ser reconocido por el otro. 

En cambio aquel que su deseo a ser reconocido es mayor que su miedo a morir es el que somete al otro.

Así es como tenemos una figura que domina que se erige como triunfadora del enfrentamiento, el amo, y la otra figura que perdió el enfrentamiento, el esclavo. 

El esclavo es la antítesis del amo.

El amo queda en total insatisfacción, porque aquel que lo está reconociendo ya no es un sujeto autónomo, toda vez que prefiere que lo dominen para cumplir los deseos de otros en lugar que su propio deseo; el amo es reconocido por alguien que tuvo miedo a morir, es decir, el amo ya no está siendo reconocido por alguien igual a él, sino está siendo reconocido por apenas “un esclavo”. 

El amo siente que no tiene reconocimiento alguno derivado de la lucha que emprendió, y es por eso que el amo queda paralizado en esa derrota. Mientras que el esclavo trabaja para el amo y satisface sus deseos, el amo queda confinado a la pasividad y al goce. El ser activo aquí es el esclavo, que es el que termina teniendo una relación con la materia al trabajarla, y es el creador de la cultura. 

La cultura es el trabajo que el hombre ejerce sobre la naturaleza, es decir, la materia, y quien trabaja la cultura es el esclavo, es decir, quien tiene la gloria de la cultura es el esclavo. 

El esclavo con su miedo a morir y su sometimiento tiene una relación creativa con la materia que le permite sentirse más humano que el amo. 

La relación con la materia que tiene el amo es como la de un animal, ya que solo se la come. 

Esta es la síntesis, el último momento de la dialéctica en el cual se demuestra que el amo al ejercer su dominio sobre el esclavo, niega en primera instancia su condición dominante, ya que el esclavo es quien termina creando la cultura, el trabajo y la materia a la cual el amo se somete. 

La historia en este escrito comienza con una clase feudal que le dice al prójimo que si no lo obedece, cuando muera se irá a los infiernos eternamente. Y lo chantajea con la esperanza de una vida eterna. 

Los esclavos al servicio de los señores feudales estuvieron 1500 años paralizados, ya que su miedo a la muerte era multiplicado por el miedo a morir e ir al infierno. No fue sino hasta que estos esclavos se dieron cuenta que derivado de su trabajo con la materia podían comerciar entre ellos, que comenzaron poco a poco a negar a los señores feudales, cosa que culminó con la toma del su poder político a manos de una nueva clase social que se constituye como burguesía capitalista. 

Pasamos de la totalidad feudal a la totalidad capitalista, los señores feudales al ejercer su poder a los esclavos, pusieron las condiciones para crear a la clase social que iba a luchar con ellos para derrumbar a su totalidad.

 

Eisenheim68

https://youtu.be/U4iSLyztQEM